Los docentes, especialmente los de infantil y primaria, lo primero que aprendemos son las diferentes personalidades, las habilidades y capacidades de cada estudiante que llega a nuestras manos, todo esto lo vemos en el desarrollo evolutivo, muy estudiado en la carrera docente.
A la escuela, hoy cada vez más llegan a las aulas estudiantes con diversas discapacidades ya diagnosticadas o evidentes, y nos toca seguir un protocolo escrito o no pero de sentido común, es un niño y tiene derecho a una educación en igualdad y calidad. Toda escuela tiene que estar abierta y en capacidad de acoger y educar.
Todos los estudiantes (niños-jóvenes) son capaces de aprender, si sabemos guiarlo y orientarlos de forma estratégica, todo esto ya lo sabemos; cuando un estudiante no sigue un ritmo esperado los profesores o maestros, por sentido común nos planteamos otros objetivos, actividades, métodos o materiales para facilitar su aprendizaje con significado.
Este post va referido a los docentes que practican el sentido común, la escuela inclusiva y abierta a la diversidad no es un programa, servicio o un plan; la educación inclusiva es una asunto de derechos humanos, reglado desde hace más de una década y debatido hace más de cuatro. La escuela es una micro sociedad perfecta, para las buenas prácticas inclusivas en la práctica diaria, y que como resultado, facilita la inclusión del estudiantes con discapacidad.
Para ellos, es necesario alianzas, los apoyos de otros docentes, de la dirección y la familia, por ser quienes ayudarán a conocer las características más relevantes en el desarrollo y desempeño de cada estudiante. Junto buscarán herramientas para fomentar la inclusión en sus primeros años, que son los años más importantes; juntos como un equipo aprenderá estrategias y propondrán sugerencias para optimizar su aprendizaje e independencia en su vida escolar y daría (entre ellas las rutinas, hábitos, responsabilidades, otras).
Entre las recomendaciones que ofrecemos para los docentes, primero confía en el estudiante, confía en sus capacidades; busca la afinidad y la empatía con sus compañeros, esto se hace con información abierta y cercana, con estrategias de equipos; hay que favorecer cada día su sentido de la iniciativa y los procesos de memoria, atención, concentración. Así como favorecer de manera prioritaria la independencia. Algo que no tenemos que olvidar es reforzar siempre que se pueda su esfuerzo, aunque sean mínimos. De esta manera sacar lo mejor de cada niño y sobre todo siempre junto a la familia, quien tiene que ser maestro más leal y estricto para lograr las metas.
Hay aspectos que solo requieren ajustes leves en el aula de clases, como la ubicación estratégica, priorizar la autonomía para que no dependa al 100 de ti, o de otras personas, aunque los haga despacio o tome el doble del tiempo, esto incluye que lo que haga tenga sentido en su vida (aprendizaje funcional) y aprovechar el ambiente social para la comunicación y comprensión en las acciones: jornadas, talleres, salidas pedagógicas, actos escolares, fiestas o celebraciones entre muchas otras. Algo que ayuda mucho a crear conciencia colectiva, amor y respeto es hablar abiertamente sobre la discapacidad, aclarar dudas, dar todas las explicaciones. Estas también se pueden hacer a través de charlas, películas o cuentos todo esto ligado al programa curricular. Hay que recordar que la familia es el primer aliando.
Finalmente, crear un clima de acogida y colaboración, asertividad y confianza mutua son buenas bases; tener altas expectativa en los estudiantes y sus familias, y maximiza sus oportunidades. Además el vocabulario y actitud positiva de todo el equipo en los avances y rendimiento.
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